El otro día fui al cine a ver ¿PARA QUÉ SIRVE UN OSO?, una comedia española de esas que te hacen volver a creer en el cine español. Y no es que yo no crea en nuestro séptimo arte, (más bien todo lo contrario) pero hay que reconocer que últimamente no anda en su mejor momento (y por favor, ni me mencionéis 'Torrente 4'...).
Pues ¿PARA QUÉ SIRVE UN OSO? no es más que una comedieta sencilla con actores carismáticos y un correctísimo guión pero tiene ese toque de gracia y buen hacer que tan bien sabemos hacer en España con este género (véase 'El otro lado de la cama', 'Al final del camino', 'Fuera de carta', 'Días de fútbol', etcétera). Por ello, quiero decir que pasé un rato muy agradable viéndola, que me encantaron los personajes, los bellísimos paisajes asturianos (muy cinematográficos en los últimos años) y su bien insertado mensaje ecologista.
En resumidas cuentas, que la recomiendo a todo el mundo porque es, ante todo, muy familiar. Y los protagonistas: Javier Cámara y Gonzalo de Castro, están espléndidos, como siempre. Aunque si tenemos que establecer baremos, destacaría más el papel del último, pues seguramente por tratarse de un personaje más exagerado llama mucho más la atención, aunque realmente no difiera mucho de su rol en 'Doctor Mateo', ya que tanto en la serie de TV como en esta peli De Castro se pone en la piel de un hombre con problemas para relacionarse con el resto de los humanos.
En fin, que me encanta el título del film, que cuando veáis la peli (si todavía no habéis ido) ya sabréis por qué se llama así... Además, resaltaría el buen hacer de Jesse Johnson, hijo del actor Don Johnson, (sabréis enseguida de quién se trata en cuanto comience la película porque en primeros planos es igualito que su progenitor). Y la cosa va de 'hijos de' porque la que encarna a la enamorada de éste es Oona Chaplin, hija de Geraldine Chaplin, que también tiene un papel en esta rural historia. No he mencionado a Emma Suárez pero tampoco pienso que tenga especial relevancia su personaje (bueno, quizás sí, pero ella no destaca demasiado). La que sí brilla con luz propia es la niña que interpreta a su hija: sin duda, como dicen en este mundillo: 'la cámara le quiere'.
Y ahora me voy a callar que ya he psicoanalizado bastante la película. Y lo mejor, al fin y al cabo, es quedarse uno mismo con las sensaciones que le ha producido. Y a mi, desde luego, me ha dejado muy buen sabor de boca.
¡HASTA LA PRÓXIMA ESTANTERÍA!
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