Hoy toca hablar de viajes que últimamente nos sale el cine, la televisión y los libros hasta por las orejas. Y haciendo un repaso por posts anteriores me he dado cuenta de que aún no he comentado mi última escapada. Fue este verano y estuve en el norte, concretamente en País Vasco, Galicia y Asturias. Y la verdad es que me quedé absolutamente maravillada.
El viaje comenzó en San Sebastián, preciosísima ciudad. De ella destaco sus excelentes bares de pinchos (me entra un hambre voraz solo de acordarme), su bellísimo y famoso paseo de la playa de la Concha, verla toda desde arriba subiendo al monte Igueldo y lo cuidada y limpia que está. También estuve en Hondarribia, pueblo que me pareció absolutamente encantador (de cuento, diría yo) y me comí un delicioso marmitako en uno de sus restaurantes (uhmm...), desde allí se puede coger un barquito que en 3 minutos de reloj te lleva a Hendaye (Francia), cosa que resulta más que chocante (como diría mi abuela) ya que transportarte de un país a otro con tanta facilidad es más que extraño: de repente cambia el idioma, cambian las personas y hasta la comida. Por supuesto, al llegar a Francia nos tomamos un crepe (o una crepe), algo que no debía faltar.
Galicia me pareció un lugar más que especial. La ancestral tradición de las meigas y todo lo que envuelve al Camino de Santiago hace que desde el primer momento que la pisas te sientas en un lugar místico, especialmente en Santiago de Compostela. La plaza de Obradoiro es increíble la primera vez que la ves, por su inmensidad, tanto de la plaza como de la catedral. El misticismo continúa con la comida. Para los amantes del marisco, Galicia es mucho más que la cuna de los celtas. Y siempre por muy buen precio.
Pueblos para ver hay muchísimos pero nosotros nos quedamos con O Grove, A Toxa (o La Toja) -de donde proviene el famoso jabón- y Combarro (en Pontevedra), un lugar que me dejó absolutamente sin palabras (aunque cueste creerlo viniendo de mi -lo de 'sin palabras'-). Sí, Combarro requiere un post para él solo. Es de estos pueblos con un encanto especial que no se puede describir. Sencillamente hay que estar allí. Pontevedra ciudad también tiene un casco antiguo por el que vale la pena caminar por sus calles y detenerse a observar. Aunque sin duda, lo que más auténtico me pareció fue comer en un pazo con un matrimonio de señores lugareños que nos hicieron una espléndida cena con alimentos de su huerta y vino elaborado por ellos mismos. Inolvidable.
Ah, y no hay que dejarse A Coruña. La torre de Hércules y las hermosas vistas que ofrece hacen que a los obsesionados por la fotografía como una servidora les de un ataque de 'fotoitis', que llamo yo. Ya sé que queda muy fea esa palabra pero es como lo llamo. El Finisterre y la playa de las Catedrales son otras obligadas visitas. Y si podéis cruzar la frontera e ir a Valença do Minho, en Portugal, no os arrepentiréis. Es una ciudad pequeña, con una parte antigua muy singular y que tiene hasta una fortaleza. Sus calles empedradas tienen mucha vidilla y muchas tiendas interesantes y baratísimas donde comprar algo más que toallas (típica compra de allí).
Y después del rollo (ya una costumbre) que os he soltado, os dejo hasta el próximo post. No creáis que se me ha olvidado comentar Asturias. Como siempre, lo dejaré para otro día porque conforme he ido escribiendo me he ido dando cuenta que me gustó tanto tantísimo que necesita un post para ella sola. ¡Y que no se me enfaden los nativos de los anteriormente comentados! Pero es que a mi, personalmente, me entusiasmó, seguramente porque allí estuve alojada en una casa rural asombrosa en pleno campo verde y aislada del mundo. Y eso en los tiempos que corren, y con lo urbanita que soy, me pareció único.
Por cierto, a mi post de series inolvidables del otro día le añado: 'PIPPI CALZASLARGAS'. ¡Qué serie tan grande!
Os dejo con dos fotos mi viaje a País Vasco y Galicia de comida (lo que más me gusta fotografiar).
Mariscada gallega
Pinchos de San Sebastián
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