sábado, 20 de noviembre de 2010

MOSAICO DE VIAJES (VII): ASTURIAS

Ays... ¡qué bien se está un sábado tranquilamente en casita con buena música mientras escribo un nuevo post para LA ESTANTERÍA DE MJ! ¿Qué estoy escuchando en este momento? Pues esta canción: FASTLOVE, de George Michael. No es que yo sea muy de este cantante pero algunas canciones de él me gustan bastante, así que si queréis poneos en sintonía conmigo mientras leéis esto, ya podéis ir buscándola.

Hoy estadísticamente me toca hablar de viajes. Además, prometí hace unos días la tercera parte de la descripción de mi viaje al norte pues faltaba ASTURIAS por comentar. Y ahora mismo procedo a escribir sobre mi escapadita allí, que espero que se repita muy pronto. 

En este viaje que hice al norte, Asturias lo dejamos para el final. Y me dejó un buen sabor de boca, en el sentido figurado y en el sentido más literal de la expresión pues ¡menudos quesos y qué fabada me zampé el último día! (Por cierto, ahora estoy escuchando: 'Sorry seems to be the hardest world', de Blue y Elton John. Estupendísima canción. Así da gusto).



Con Asturias la cosa empezó bien desde el principio. Pues nos paramos en un pueblecito bastante pequeño llamado Tapia de Casariego donde pudimos degustar un sabroso pescado y un delicioso queso de cabrales en plena naturaleza. Pero la palma se la llevó la increíble casa rural en la que nos alojamos (gracias al regalo que me hicieron mis queridísimos ex compañeros de trabajo por mi boda, un  smartbox en el que podía elegir el hotel que se me antojara de los que me daban para elegir, y acerté de pleno porque era una preciosa casa del siglo XVI restaurada y en plena montaña verde asturiana, aislada del mundo pero no de los animales, pues por allí deambulaban jabalíes y ciervos. Muchas gracias, chicos). Pongo aquí la foto para que juzguéis vosotros mismos:



Ahora que la habéis podido ver: ¿era o no era maravillosa? Os la recomiendo encarecidamente. Se llama CASONA CUERVO y está en un pueblecito perdido que se llama San Tirso de Candamo, muy cerca de Pravia. La pareja que lleva el hotel, dos jóvenes simpatiquísimos tanto él como ella, nos hicieron la estancia mucho más agradable si cabe. Él con sus estupendas recomendaciones, de lugares que visitar y restaurantes y bares donde comer y beber, y ella con su sonrisa permanente, sus exquisitas galletas caseras para desayunar y sus cenas para chuparse los dedos. ¡Quiero volver!

Por lo demás, estuvimos comiendo en una sidrería de Avilés donde nos escanciaron la sidra como manda la tradición y el suelo repleto de serrín recibía una y otra vez el líquido que quedaba del poso del vaso, algo que siempre debe ir al suelo. Después nos dirigimos a Oviedo, bonita ciudad llena de esculturas con las que, al menos yo, tenía que tener una foto con todas, epecialmente con la de Woody Allen, ¡que no paré hasta que no la encontré! Y por cierto, ¿quién es el cruel que le ha roto las gafas al pobre Woody? (Escuchando ahora 'Moi... Lolita', de Alizée, que ya no os estaba poniendo la música que escuchaba). 

Y seguimos con Oviedo. Nos tomamos, también con recomendación de nuestro amigo el de la Casona, un vermut y una gamba con gabardina (iba muy abrigada la gamba) en un bar en el que es típico hacer eso. También fuimos a la confitería Rialto a tomar las típicas MOSCOVITAS (sí, apuntadlo, por favor. Me querréis mucho cuando las probéis). Son unas riquísimas pastas que, tal y como a mi me hicieron, no os voy a contar ni qué son ni a qué saben; mucho mejor dejar descubrirlo al paladar. Pasear por Oviedo tiene mucho encanto así que caminamos y caminamos, vimos el casco histórico y la preciosa catedral con la Regenta prácticamente a sus pies. 

Al día siguiente, decidimos ir de visita a varios pueblos, entre ellos: Covadonga, un lugar que no se puede describir con palabras, en el que no hace falta ser religioso para emocionarse con la grandiosidad de su catedral y de su santuario. Un enclave mágico en el que los aficionados a las fotos tenemos 'tics' en los dedos,  que no pueden dejar de disparar, eso sí, sin utilizar los flashes en los interiores. 

Luego lo mejor es elegir los pueblos que prefieres porque hay muchísimos y la mayoría, espectaculares. Nosotros nos dimos una vuelta rápida por Ribadesella, Pravia y nos detuvimos más tiempo en Lastres, dejándonos llevar por la fiebre de la serie DOCTOR MATEO, pues se rueda en este municipio. El pueblo con más cuestas que he visto en mi vida. Precioso, eso sí. Pero agotador. Y encima ese día Asturias decidió tener un 'sol de justicia' de esos a los que estamos acostumbrados los valencianos pero que no concebimos que exista más allá de nuestras tierras de 'llum i de color' (qué valenciano me ha quedado esto). No éramos los únicos frikis de la serie que se encontraban allí intentando encontrar las localizaciones de esta producción televisiva, pero cuando ya no podíamos con nuestra alma, descubrimos que había una ruta de la serie donde te indicaba cada lugar en el que se rodaba habitualmente. En fin... yo me conformé con la gran hazaña que tuve al toparme sin querer con la verdadera casa del doctor Mateo. 

Pues ya he terminado. Ahora sólo me queda colgar la foto de la GRAN FABADA que me comí para que el viaje ya fuera más que perfecto. Aquí os la dejo. Únicamente añadiré lo siguiente:  'ASTURIAS, PROMETO QUE VOLVERÉ'. 

Y siguiendo con la música, y aunque ahora no la esté escuchando, os digo que pongáis 'Asturias', de Melendi.
Muy chula.

¡Hasta la próxima!


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